jueves, 31 de enero de 2013

La obra de Sonia Falcone, la vibración del color


En la anterior entrada, dedicada a la 1ª Bienal de Montevideo “El Gran Sur”, hicimos referencia a la obra “Campos de Color” de Sonia Falcone. Fue una de las obras que más nos entusiasmó (desde lo sensorial, ya que desde lo conceptual claramente que hay obras muy valiosas), por lo que decidimos rastrear un poco en internet para conocer más sobre esta artista. 

 La artista en la exposición presentada en Galería Lorca de Santa Cruz, Bolivia, en 2010.

Sonia Falcone nació en Bolivia en 1965, se trasladó muy tempranamente a Estados Unidos, estando radicada actualmente en Hong Kong. Su obra se caracteriza por la centralidad del color, presente en propuestas que incluyen pintura, escultura, instalaciones y videoinstalaciones. Según palabras de la artista el interés por el color, por la vibración que este produce, se origina en la influencia que sobre ella ha tenido siempre la  producción textil de su país y el trabajo artesanal y femenino que esta implica. Su búsqueda es crear una obra que sensibilice al espectador a partir de la unión entre belleza y naturaleza.

 Sol de Justicia. 2008. Óleo sobre lino, 300 x 200 cm

Pasiones del alma. 2010. Técnica mixta. 70.000 globos de látex sobre lienzo. 300 x 200 cm

 Exposición "Pinta Nueva York". 2010

Pero también hay en su obra, siguiendo siempre expresiones de Falcone, un fuerte contenido ético, que busca la reflexión del espectador en torno a varios aspectos de la sociedad contemporánea o a otros aspectos más filosóficos o religiosos como lo limitado del tiempo humano. Esto último aparece reflejado en una escultura denominada “El árbol de la vida” en la que esferas imantadas, representando el número de fines de semana que hay en 75 años de vida promedio, buscan que cada espectador sopese cuántos fines de semana le restan por vivir para así intentar potenciarlos.

 El árbol de la vida. 2011. Escultura en metal (esferas imantadas)

No presenta una trayectoria artística de larga data. Entre los años 2010 y 2012 expuso en La Paz y  Santa Cruz,  y en Nueva York , Miami, Londres , Washington, Buenos Aires, Bogotá y Beijing. 

Ventanas del alma. 2009. Instalación. Aceites líquidos de extractos de flores naturales, cristales y vidrios, 300 x 200 cm

En relación a “Campos de color”, Falcone escribe: Las especies tienen una gran historia. Desde los albores de la civilización han inspirado comercio, exploración, guerra y poesía. Erase una vez que la pimienta que se esparce sobre la carne valía su peso en oro. La nuez moscada que se gratina en un rompope alguna vez fue la causa de una guerra que conquistó para Inglaterra el territorio de Long Island. Escondido detrás sus finamente pulverizados cuerpos se encuentran sabores sorprendentes y un arcoíris de colores provenientes de todo rincón de nuestro planeta. Al contemplar en absoluta admiración la sutileza y el esplendor de las especies, surge en mí la necesidad de plasmar la belleza invisible contenida en esta maravilla de la naturaleza, para que su magnificencia de pronto se vuelva visible en toda su gama de colores y pueda entonces tocar la sensibilidad del alma”.

 Asistente de Falcone preparando la instalación para la 1ª Bienal de Montevideo

 Campos de color. 2012. Instalación con pigmentos aromatizados de diversos colores.

Achiote, chocolate, pimienta, clavo, comino, anís, café, curry, mate, wilkaparu, canela, y nuez moscada conforman esta instalación hecha con polvos de resplandecientes colores: terracota, índigo, rojo, verde, blanco, amarillo, carne, rosa, fucsia, violeta, naranja, ocres y azules que están contenidos en idénticas vasijas de arcilla redonda y se elevan desde estas en pequeños conos sobre el suelo de la Iglesia de San Francisco.
Adriana Herrera, crítica de arte y curadora, dice de “Campo de color” que “es una instalación minimalista en su composición estructural repetitiva; pero en lugar de los materiales fríos y neutrales, que prevalecieron en el norte de América, usa una materia orgánica que contiene el peso invisible de los siglos y de una memoria simbólica milenaria: las especias”.
“Las 88 vasijas de arcilla contenedoras de las coloridas especias en polvo –continúa Herrera– unifican la gastronomía de oriente y occidente e incitan a imaginar, como una totalidad unificada, la riqueza culinaria de la humanidad entera […] 88, número símbolo de lo eterno y de lo infinito contenido incluso en la más pequeña de las semillas”.

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