domingo, 1 de agosto de 2010

El Panteón

Edificio emblemático de la arquitectura romana

Autor y Fecha: Agripa (el general amigo de Augusto) lo emplazó en el año 27 a.C. como un templo en honor a todos los dioses y también como un homenaje a Augusto y a los dioses protectores de la familia imperial, la gens Julia. Este edificio sufrió las consecuencias de los incendios de los años 80 y 110, y entre los años 118 y 125 fue restaurado por el emperador Adriano quien prácticamente lo construyó de cero. No obstante, respetó la memoria de Agripa, y en el frontón del pórtico de entrada luce: Marco Agripa, hijo de Lucio, en su tercer consulado, lo edificó. Se desconoce su arquitecto, como ocurre con la mayor parte de los edificios romanos, en los que es más importante siempre el nombre de quien dispone su emplazamiento frente al de quien lo realiza. Algunos lo atribuyen a Apolodoro de Damasco, el gran proyectista de Trajano, pero no hay ninguna certeza. Adriano fue un emperador que mostró un gran entusiasmo por la arquitectura al punto de realizar él mismo los planos de los principales edificios que ordenó construir, e incluso intervenía en su construcción.

Ubicación: Roma, en la zona conocida como Campo de Marte, donde se levantaron los edificios más importantes del período de Augusto. En la actualidad el Panteón es conocido popularmente por los habitantes de Roma como La Rotonda, por lo que la plaza en la que se ubica se denomina Piazza della Rotonda. Hay en ella una fuente del siglo XVI coronada con un obelisco egipcio de la época de Ramsés II.
Medidas: El pórtico rectangular es de 33 x 13 metros y el diámetro y altura del sector circular del templo es de 43,50 metros. El óculo tiene casi 9 metros de diámetro.
Material: Columnas de granito egipcio y muros de hormigón revestidos de ladrillos, cúpula de hormigón compuesto de toba y piedra pómez para aligerarla. El interior se recubre de placas de mármol de colores diversos y estuco.
Uso: Templo de la religión romana. En la primera época del cristianismo, fue convertido en iglesia, lo que sin dudas permitió que llegara hasta nuestros días.

Descripción: El edificio combina la fachada clásica y los volúmenes cuadrangulares, que dan paso al interior, con el cuerpo cilíndrico cubierto por una gran cúpula que conforma la gran naos circular destinada al culto. La fachada arquitrabada del pórtico está formada por una hilera de ocho columnas y rematada en su parte superior por un frontón. El pórtico contiene dos hileras más de columnas que lo compartimenta en tres naves longitudinales al eje axial del edificio. Del pórtico se pasa a un segundo cuerpo cuadrangular, el cual sobresale a la altura del frontón y da entrada al recinto interior del templo. En la cúpula se abre un óculo en su centro, es la única entrada de luz y su giro varía según las horas del día. En la construcción destacan los arcos de descarga de la cúpula, cuyos empujes se concentran en zonas concretas del edificio, a la vez que los materiales utilizados contribuyen a repartir la presión de la cubierta.

Interpretación: Su edificación se considera excepcional por el uso de las técnicas y materiales, así como por la concepción del espacio interior, que lo convierte en una obra maestra de la arquitectura romana. La inserción de una sala circular adosada al pórtico de un templo clásico, fue una verdadera innovación. El modelo de espacio circular cubierto por una bóveda semiesférica se había utilizado por la misma época en las termas, pero era una novedad usarlo en los templos.
Al tratarse de un edificio destinado a acoger el culto a todos los dioses, la concepción espacial buscó reflejar ese concepto de cosmos que se quería transmitir. La dimensión esférica para dar la sensación de cosmogonía se resolvió con el diseño del interior del edificio como un círculo abovedado, cuyo diámetro es igual a la altura de la cúpula.
La bóveda representa la esfera celeste, en la que el óculo central representa al sol. De esta forma el hombre se unía a la divinidad, y también al emperador, cuyo culto se había ido imponiendo en el transcurso del primer siglo de nuestra era.

Lo fundamental de este templo estriba en su espacio interior, un espacio gigantesco de 43,5 metros de diámetro cubierto por una cúpula semiesférica cuya parte superior se levanta también a 43,5 metros de altura. Es decir que se podrían prolongar sus muros hasta formar una esfera, que encajaría perfectamente en su interior. Se trata de un espacio abrumador, el más amplio de toda la arquitectura clásica, cuyo efecto aumenta por el efecto de los casetones, que se van haciendo más pequeños a medida que suben en altura, y por la iluminación cenital, la única que recibe todo el edificio. Para conseguir aligerar la cúpula, a medida que se avanzaba en altura se fueron adelgazando los muros, superponiendo anillos de hormigón de tamaño decreciente, y sustituyendo los materiales del hormigón, pasando a una piedra volcánica muy ligera que contiene mucho aire en su interior. Se trataba de una técnica muy sofisticada, cuyos precedentes se encuentran en las grandes obras de ingeniería desarrolladas por los romanos.

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